Un nuevo Niño Jesús ha llegado a mis manos, de esos que vienen desnudos, esperando ser vestidos.
Esta vez, le ha tocado a este pequeño. Es de marmolina, y lo pinté con óleo, aplicando pan de oro para realzar su belleza en su peana. Luego, con paciencia y dedicación, fui confeccionando su ropita, primero la interior y después su traje definitivo.
El resultado es precioso, una pieza única que exalta cualquier rincón de nuestro hogar con su presencia y delicadeza.
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